Fotografía José L. Yustas
LA NACENCIA
Bruñó los recios nubarrones pardos
la lus del sol que s’agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d’un coló de naranja se tiñeron.
A bocanás el aire nos traía
los ruíos d’allá lejos
y el toque d’oración de las campanas
de l’iglesia del pueblo.
Íbamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo;
mi mujé, mu malita,
suspirando y gimiendo.
Bandás de gorrïatos montesinos
volaban, chirrïando, por el cielo,
y volaban pal sol, qu’en los canchales
daba relumbres d’espejuelos.
Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos;
y, roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.
¡Qué tarde más bonita!
|Qu’anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre
si juéramos contentos!…
Luis Chamizo